Haiku nº 4 La Horterada como espectáculo. Arquitectura espantosa para tiempos difíciles.

           ¿Donde quedaron las Villas Palladianas?
            ¿Los palacios renacentistas de  Alberti?
            ¿Las casitas de acero y cristal de la Bauhaus?
            En los tiempos actuales de arquitectos horteras y mediáticos,
            de salsa rosa y papel couché, los estetas viven escondidos en cuevas,
            mientras los iconos de la hiper-modernidad medran por los ministerios,
            y las catedrales del consumo y del mal gusto.
           
            Los Divos  triunfan  satisfechos con  las arquitecturas de plástico y silicona .
            Los políticos prepotentes e indocumentados se consagran
            encargando los grandes museos panteones al ingenioso  Frank Ghery,
            siniestros auditorios al Hortera Calatrava, y
            aberrantes  pabellones a la Zaha Hadig.

               
           
            Nos preguntamos  ¿dónde estarán las casas de Alejandro de La Sota,
            las iglesias de  Fisac  y las viviendas unifamiliares de  Coderch?

           F. Cienfuegos

Haiku nº 3

Laberintos de canales,
acuarelas de Turner,
nocturnos de Whistler,
Dorados de Tiziano,
azules de Fortuny.


Tomamos el vaporetto al amanecer desde la playa del Lido.

Atmósfera húmeda y brumosa, caía la luz del otoño sobre la Laguna. Por la proa del barco aparecían  los grises azulados y rosas.


Se abrían entre la lluvia jirones de luz anaranjada, y flotaban sobre las aguas laberintos  de palacios con encajes de mármol.

Los  canales de aguas verdosas y violetas reflejaban  paisajes azules y dorados de Tiziano, fachadas encendidas, piedras ocres de Ruskin y ventanales Góticos de Fortuny, mientras  que perdidas en el tiempo, se dibujaban las acuarelas crepusculares de Turner, los nocturnos de Whistler y el fantasma de Claude Monet pintando los reflejos de San  Jorge.

F. Cienfuegos


Haiku nº 2 TOKIO BLUES. LLanto por Japón.


Llantos samurais,
Los templos hundidos,
Nada queda ya.

No sonaron las sirenas cuando la gran ola del pacífico arrastró  pueblos enteros,
miles de casas, barcos y ciudades desaparecieron bajo el barro.
Agoniza el Ikebana y mueren los cerezos en flor.
Los Samurais lloran de impotencia.


La gran ola arrasa las costas de Japón, la tierra se hunde, destroza casas barcos y ciudades, los perros ladran, los dragones agonizan.

Miles de desaparecidos, templos hundidos, barcos en los  tejados, se quiebran los cerezos recién florecidos, la seda de los Kimonos se incendia, desaparecen los templos, las aldeas y las casas de madera, arden los bosques de Arces.

Millones de automóviles  yacen aplastados entre el barro, la central nuclear de Fukushima está ardiendo, sus reactores  a punto de estallar, se revive el drama de Hiroshima y  Nagasaki.

¿Quien puede luchar contra las catástrofes? El  afilado acero de la Katana del Smurai no puede combatir contra las olas del Tsunami.

F. Cienfuegos

HAIKU Nº1

Malditos y geniales,
buscando su paraíso,
murieron solos.

Tres pintores malditos y geniales

Tras la explosión de luz y color de los cuadros de catedrales iluminadas, nenúfares y reflejos en el agua de Monet, o de los paisajes nevados de Sisley y Pissarro y los jardines con flores de Renoir; tres pintores malditos y geniales: Van Gogh, Gauguin y Toulouse Lautrec nos anuncian el fin de siglo con unas obras excepcionales y unas vidas plagadas de sueños rotos, sufrimiento y calamidades.

Fueron artistas libres, independientes, malditos y geniales, que sacrificaron sus vidas en la búsqueda de la verdad a través de un arte que ejercieron apasionadamente hasta su muerte.

Van Gogh, pintará de manera frenética y enloquecida los paisajes encendidos del sur de Francia; trigales, girasoles, lirios y retratos, como único camino a la salvación de su alma atormentada. Entre depresiones e intentos de suicidio expresará su angustia en paisajes llenos de energía. En el año 1890, después de pintar el vuelo de unos pájaros negros sobre un campo de trigo, se quitará la vida de un disparo en el pecho.

Gauguin, tras fracasar en diferentes negocios, romperá con el mundo occidental embarcando rumbo a Tahití en 1891, buscando un paraíso perdido y primitivo donde liberarse y expresar toda su creatividad, tomando como modelos el paisaje y los nativos polinesios. Allí,  por un periodo de diez años pintará alguna de las obras simbolistas más bellas de la historia del arte. La pobreza, la enfermedad y el alcohol le acecharán toda su vida. Viajará a las islas Marquesas persiguiendo el sueño de una vida más autentica y menos corrompida y morirá en 1903 tras largas enfermedades, depresiones y alcoholismo.

Toulouse Lautrec, aristócrata francés, deforme y genial, pinta el mundo de los burdeles parisinos, el circo y la vida nocturna de la época. Dibujante sutil, alcohólico y excéntrico representará como nadie el Paris de los cabarets y las prostitutas entre la luz de las velas y las botellas de absenta. Morirá en 1901, a los 37 años, envejecido y roto por el alcohol en su castillo de Malromé, un año después de la publicación de la interpretación de los sueños de Freud.

Los tres genios, locos y enfermos despedirán el siglo XIX con una expresividad pictórica excepcional. Sus obras maestras, llenas de magia y simbolismo, nos anunciarán la llegada de un siglo devastador con dos guerras mundiales que asolarán Europa.


F. Cienfuegos